Ayer, día 22 de noviembre de 2012 se acababa de alcanzar un acuerdo entre los trabajadores y la empresa URBASER en Jerez de la Frontera, tras 21 días de huelga de la plantilla de la empresa, huelga que se vio acompañada en sus dos últimas jornadas de la quema de basuras por parte de personas anónimas y no relacionadas con la plantilla, así como de disturbios entre vecinos de la ciudad y la policía.
Este final satisfactorio no debe hacernos olvidar la actuación del Ayuntamiento durante la huelga, que se ha distinguido por su permanente juego sucio.
Dentro de esa estrategia del gobierno municipal es donde se entienden los intentos del Ayuntamiento de desacreditar a la plantilla mediante la difusión de cifras falsas sobre sus sueldos y el recurso al atentado contra los derechos de los trabajadores, al contratar a una empresa externa para retirar la basura acumulada y reventar así la huelga, con el añadido de la represión policial practicada por el ayuntamiento, que retuvo a los trabajadores para impedir su lucha en los piquetes contra los esquiroles.
Los sueldos distan mucho de ser los que el Ayuntamiento comunicó a la prensa, pues el sueldo base de los trabajadores de URBASER es de 1.100 euros, tal como consta en el Boletín Oficial Provincial, y la media de los sueldos de la plantilla está en 1.375 euros, gracias a los pluses detransporte, nocturnidad, peligrosidad, pagas extras prorrateadas y trienos de antigüedad.
Esta estrategia de descrédito por parte del Ayuntamiento obedece, obviamente a su necesidad de justificar la reducción del 20% de su presupuesto para URBASER, que fue la causa de que la empresa presentara un ERE que se aplicaría el 5 de diciembre y por el que serían despedidos 125 trabajadores. Frente a esto, y para evitar los despidos, la plantilla propuso reducir un 15% del total de los sueldos de los trabajadores, siendo la negativa de la empresa y el ayuntamiento a poner el 5% restante lo que motivó la decisión ponerse en huelga indefinida.
Obvio es señalar que el recorte municipal a los presupuestos de este servicio básico se inserta dentro de la política de derribo de los servicios públicos que está llevando a cabo el PP allá donde gobierna, en contra a sus promesas electorales. Tan obvio como lo es que el éxito final de esta huelga demuestra la falsedad de ese argumento que sostiene que la huelgas no sirven para nada y, por el contrario, marca el camino a seguir en los conflicto laborales: la lucha sin descanso hasta alcanzar los objetivos.